Don Camilo junto con su esposa, inician vendiendo algunos productos como papa, plátano y ahuyama en un espacio compartido con su suegra,
quien en ese entonces tenía una pequeña tienda y vendía abarrotes. Con el tiempo fueron ampliando su portafolio de frutas y verduras y se fue haciendo conocido entre varias personas por sus precios económicos. Siempre soñó con ver crecer su negocio y así fue, de repente las personas no cabían en la tienda y algunas veces se formaban filas en los andenes de la calle.